Veo el espejo cubano, el único en el que quiere mirarse la cúpula militar-militarista vernácula, y una triste y desagradable emoción se desliza por mi pequeña humanidad, al constatar que la tiranía que también nos tiraniza engendró, crío, catequizó e ideologizó al sucesor del castrismo.
Luisa Pernalete, en su habitual y entrañable simpatía, nos regala esta semana un Padre nuestro muy acorde a las necesidades de los venezolanos de hoy en día.