jueves, 28 marzo 2024
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Programa Guayana: persistir en el desarrollo democrático

Para los venezolanos y en particular para Guayana, la porfía es la resistencia cívica ante la oscurana del cerco dictatorial. Los porfiaos son los ciudadanos, que deben hacer valer sus aspiraciones y sueños de manera organizada y con coraje.

@OttoJansen

Pareciera solo el ejercicio repetitivo de ensayar de nuevo nombres, propósitos, ideas someras y enunciativas de un Plan para la Guayana democrática que está por hacerse presente, cuando menos lo esperemos. Se incurre en ese riesgo ciertamente, pero importa no dejar de repasar las líneas, orientaciones y propuestas para los municipios y los sectores,  coincidiendo con muchas y descartando algunas cuantas anteriores, para profundizar el intento de “hincar” con el cuerpo de este Programa para Guayana -más definitivo y coherente- a la opinión pública de todo el estado. “Llevar la pelota lejos”, y no conformarse, como es lo que aparentemente ha sucedido (por re o por fa),  con los intercambios que se han efectuado circunscritos a los salones, a las antesalas partidistas, los lobbys a factores económicos,  para mostrar el “poder” de la aspiraciones de nuestros gastados e improvisados dirigentes políticos regionales, que así se han desenvuelto  con una diversa  gama de piraterías e igual han “contaminado” los planes discutidos desde el sector opositor y desde los especialistas a los que se han mal usado en  su reconocida  disposición técnica.

La realidad política nacional es un escenario donde la tenaza totalitaria cada vez es mayor. Basta revisar los organismos en el estado Bolívar (concejos municipales, consejo legislativos y las alcaldías) convertidos en instancias  nulas e invisibles. Por otra parte, el “ruido” acerca de una inevitable negociación ante las penurias del país crece desde distintos ángulos. Cada elemento de estos impone que se afiancen las ideas y tenga la propuesta democrática para la región cada vez más claridad e identidad como alternativa a los requerimientos locales y contenga, por eso mismo, el conjunto de orientaciones que han de difundirse para crear emoción y respaldo de los guayaneses al laborioso desafío de poner a funcionar nuestra jurisdicción. No son meros ejercicios  sobre el poder en abstracto, o de los acostumbrados cálculos que resumen el futuro de la población  a quedar en manos de la aspiración personal de trepadores ignorantes, de organizaciones políticas sin rumbo: se trata de la responsabilidad con el momento político de los  que se encuentren en los partidos (que debe haber) sumados a la expresión  ciudadana,  entendida como la participación concreta y efectiva  (desde las elecciones presidencial y legislativas, aún sin fechas, hasta las más sencillas consultas comunales o temáticas) los que  han de tomar el timón en los pasos que propicien condiciones para las respuestas a los pueblos, ciudades y municipios de este estado.

“Zamuros de La Barrosa, salgan del acornocal”

De la reseña de la página Wikipedia sobre la cantata criolla de Florentino y el Diablo, del poeta Arvelo Torrealba, se encuentra una definición interesante sobre uno de los tiempos en que está divida la obra, seguramente fundamentada en los especialistas venezolanos: “La porfía es una disputa o discusión que se mantiene con tenacidad, con insistencia en una acción para cuyo logro se haya resistencia”. Para los venezolanos y en particular para las provincias, donde Guayana, como tantas veces lo repetimos, ocupa un lugar preponderante, la porfía es la resistencia cívica y democrática ante la oscurana del cerco dictatorial. Los porfiaos son los ciudadanos, que deben hacer valer sus aspiraciones y sueños de manera organizada y con el coraje imprescindible de evitar que la modernidad, la libertad y la justicia sean pasto de la inacción y el miedo.

“La recuperación del país va de la mano de la recuperación de Guayana”, sostiene el reconocido ingeniero, expresidente de Sidor y fundador de la UCAB Guayana, Alfredo Rivas Lairet. Pues bien, el ingeniero nos devuelve con su clásico temperamento sencillo y sobrio, los alientos sobre la carpintería y ensamblaje de las ideas para un Plan Guayana democrático y de empuje. Realista y sin los aderezos de la politiquería que ya tiene cálculos consignados en el reparto clientelar y de resurrección de grupos económicos, tanto de la revolución como de la denominada cuarta república.

Uno: desarrollo no industrial (turismo, agro, educación). Dos: recuperación de la infraestructura industrial (empezar con áreas concretas). Tres: recuperación de los servicios públicos (salir de los promontorios de basura, caídas de agua, luz y transporte).

Por supuesto, desde la inquietud de la visión política con mayúsculas, que sí existe en Bolívar, se señala la necesidad de formar y descubrir los nuevos actores de la conducción del estado, la necesidad de hacer del dominio popular la discusión. De propiciar la difusión fuera del coto cerrado de los partidos. Es enfrentar, a la vez, los saboteos del régimen y los zarpazos  de la “modalidad alacrán”; pero el Plan de Guayana  hay que terminarlo “Para cuando cambie la situación”, como afirma Rivas Lairet.